2008/06/20

Armas de hambre masiva

Hay hechos o ideas que, según donde los lea, interpreto de forma distinta. Estos conceptos no me resultan del todo novedosos.

Pero cuando los leo en la versión impresa de Inversión cobran otro sentido, más viniendo de quien vienen.

El artículo se titula "Biodiésel y derivados, armas de hambre masiva". Comienza citando a la FAO: una ayuda de 1.800 millones de dólares ayudaría a paliar el hambre que afecta a hora a 802 millones de personas. Un plan más ambicioso, con un coste entre 8.000 y 15.000 millones de dólares, permitiría lanzar una estrategia de mayor calado para ayudar a los países pobres a superar por sí mismos la crisis alimentaria.

Cifras que quedan pequeñas en comparación con otras que tienen relación con esta crisis. Tenemos los "biocombustibles, a los que se atribuye hasta un tercio de la reciente espectacular subida de los alimentos", a los que hay que añadir "los nocivos efectos del cambio climático". Pero lo más llamativo son los 260.000 millones de dólares invertidos actualmente en fondos de materias primas, veinte veces más que en 2003. Cifra a la que hay que añadir lo que se mueve en los grandes mercados de derivados agrícolas.

Los derivados, inventados hace cientos de años para cubrir los riesgos de las cosechas, son acusados ahora del contribuir al hambre en el mundo, por su parte de responsabilidad en la subida de los precios agrícolas. "La expresión 'armas de destrucción masiva' que Warren Buffett dedicó a los derivados, adquiere ahora nuevas y más trágicas connotaciones a la vista de los últimos datos sobre el hambre en el mundo".

La razón es que los derivados han perdido su sentido original. Para explicarlo, asumiremos básicamente que estamos hablando de futuros. Esto consiste en comprar / vender algo que aún no existe (pero existirá) por un precio fijado, en un momento futuro. Por ejemplo, yo agricultor, puedo comprometerme a vender toda mi cosecha de arroz a medio euro el kilo, al señor del puesto de paellas que se compromete, a su vez, a comprarme toda la cosecha a ese precio. Obviamente, cuando haya cosechado.

De esa manera, si el precio del arroz bajase, yo estoy a salvo porque ya fijé el precio. Ahora, si subiera, es el comprador quien se vería beneficiado, al tener garantizado un precio más bajo. Antes de cosechar ya sabe cuánto va a pagar por el arroz de la próxima temporada.

Ahora mismo se compran y venden futuros, pero quienes lo hacen no tienen ningún interés en el arroz, sólo en comprar barato y vender caro. Si compran futuros, querrán que el arroz suba. Y si están dispuestos a comprar futuros más caros, subirá, porque el que vende venderá más caro. ¿En qué afecta esto al arroz de verdad?

Si el futuro se intercambia por 10 euros y el arroz por 8, compraré arroz y venderé futuros. O sea, alcanzaré compromisos para vender a 10 el arroz que estoy comprando a 8. Obviamente, los precios tenderán a igualarse (esto se llama arbitraje y se puede hacer en ocasiones, pero las oportunidades no suelen durar mucho). O sea, las actuaciones de unas personas que no tienen ningún interés en el arroz, afectan al precio del arroz.

Entre estas personas están los gestores de los fondos de inversión citados más arriba. Su objetivo es obtener ganancias, no hacer paellas ni vender el arroz que han cosechado.

Los derivados van más allá, pero entre los grandes, todo lo demás (lo que no son futuros) es anecdótico.

Si os habéis quedado con alguna duda, dado lo técnico, preguntad en los comentarios.

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