2007/10/05

Crecimiento, ¿para qué?

Hace tiempo ya que leí un artículo en el que Serge Latouche, defensor del decrecimiento, explica su postura. En resumen, cuestiona la bondad del crecimiento.

Para empezar, es imposible mantener el ritmo. De hecho, el nivel actual de consumo es posible porque sólo se da en una pequeña parte de la población mundial: un 20% de la población consume un 86% de los recursos. Si todos consumiéramos lo mismo, necesitaríamos al menos otros dos planetas como éste.

En este sentido he visto también, no hace mucho, un vídeo que resulta revelador: cualquier crecimiento sostenido hace crecer de forma exponencial la magnitud de que hablemos. Y podemos hablar de beneficios, producción, PIB, riqueza, pero al final todo nos lleva a los recursos. Recursos que salen de un planeta finito, en su capacidad para proporcionar estos recursos, también en su capacidad de absorber residuos.

Por mucho que se aumente la eficiencia de los procesos, no se puede ganar: el crecimiento no tiene límite (o no queremos que lo tenga) pero las mejoras, sí: no se puede producir con un consumo de recursos negativo.

Resulta evidente, tras aceptar las ideas que presenta este vídeo, que el "crecimiento sostenible" es una contradicción. No es viable un crecimiento continuo.

Por otra parte, la idea de que crecer es, en sí mismo, bueno, es más que discutible. "En Europa, el producto interior bruto en 200 años se ha multiplicado por treinta. Y pregunto: ¿somos hoy treinta veces más felices?". De nuevo, volviendo a lo finito del espacio, los recursos, los alimentos, o riqueza en general, cualquier actividad será de suma cero, sólo hay que considerarla en una escala temporal o poblacional lo suficientemente grande. Aun antes de agotar del todo la capacidad de crecer, creceremos a costa de otros.

Podemos pensar que la riqueza es algo abstracto y, por tanto, no limitado. Pero una de dos, o se apoya en algo tangible (final del camino), o se tratará de una fantasía. Podemos basarla en dinero, pero estamos en las mismas: si se crea dinero de forma infinita tendremos más, pero la cantidad de cosas tangibles que podremos comprar serán las mismas, así que inflación y vuelta a empezar.

Todo parece sencillo, pero el esfuerzo que supone pensar de forma global nos impide verlo. Y hace falta bastante buena voluntad para hacer algo, sabiendo que, total, nosotros no veremos el fin de nuestro modelo de vida. Tal vez nuestros hijos...


Lo voy dejando, y al final no escribiré al respecto. La huella ecológica, la que da lugar a hablar de cuántos planetas necesitamos, aparece de forma prominente en el programa ¡Qué desperdicio!, de Cuatro. He visto, al menos en parte, los dos programas que llevan emitidos, y me han gustado mucho. Siempre hay cosas que aprender, y le queda a uno la esperanza de que haya quien ahora no tiene ningún tipo de inquietud en este sentido y, al verlo, empiece al menos a pensar de otro modo. Hoy emiten el tercero y penúltimo de la serie. Estaría bien que condensasen toda la información en alguna página.

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